sábado, 3 de octubre de 2020

Sixto Rodríguez, el potosino más famoso del mundo, ignorado en su tierra

SIXTO RODRÍGUEZ, EL POTOSINO MÁS FAMOSO DEL MUNDO, IGNORADO EN SU TIERRA

Eric Muñiz de la Rosa / Periodismo Verdadero.-

Escrita en diciembre de 2012.-

San Luis Al Instante.- “La vida no es nada, es lo que haces con tu vida lo que cuenta”: Sixto Rodríguez.

De las luchas contra la discriminación, el racismo y la intolerancia, después del nazismo no hubo otra más cruel e inhumana que el apartheid, la política de segregación racial del gobierno sudafricano contra la integración de la raza negra a la vida normal de Sud África.

Sirva eso como preámbulo para la historia sobre “el potosino más famoso del mundo”, una historia tan real como insólita.

En la década de los 60 y principios de la de los 70, surgieron en Estados Unidos cantantes y compositores con Bob Dylan, Neil Young, and Paul Simon, quienes enarbolaron las canciones de disidencia e inconformidad de la época, momentáneamente se les unió un reverendo desconocido, que como el flash de una cámara, se apagó tan pronto como apareció.

Su nombre… Sixto Rodríguez, un músico de origen mexicano cuyas canciones pasaron sin pena ni gloria en Estados Unidos, pero, que sin él saberlo, causaron sensación en la Sudáfrica del apartheid, donde se convirtieron en el himno que le dio fuerza al movimiento contra esa inhumana política.

Los orígenes musicales de Sixto Rodríguez

Sixto Rodríguez, a quien le gustaba tocar y cantar en los bares de música folk, grabó un sencillo en 1967 que le permitió firmar un contrato con la discográfica Sussex, con la que hizo dos álbumes: Cold Fact (1970) y Coming From Reality (1971) que no tuvieron mayor éxito que venderse lentamente hasta que las ediciones se acabaron.

Sus discos, de nulas ventas en Estados Unidos, se vendían por miles en Sud África, de hecho, se vendieron más discos de Sixto Rodríguez en Sud África que de los Beatles, Elvis Presley y los Rolling Stones combinados, extendiéndose ese fenómeno a Australia y Nueva Zelanda. Desafortunadamente para Sixto sin el beneficio de las regalías, pues las copias eran desautorizadas.

Héroe de la lucha contra el Apartheid

Sixto Rodríguez no escribía canciones para escuchar o bailar, sino temas en los que hablaba de la pobreza y el coraje que la gente en Detroit sentía, incluyendo las revueltas de los afroamericanos en esa época.

Sin él saberlo, Sixto se convirtió en el abanderado, y en el héroe, musical de la lucha contra el apartheid.

La canción que en especial encendía los ánimos y la lucha contra el apartheid era Street Boy, la popularidad de un artista a quien nadie conocía motivó a la discográfica Blue Goose Music de Australia a comprar los derechos de las canciones y sacó al mercado ambos discos, y una nueva compilación de lo mejor de ambos titulada At his Best.

La fama de Sixto, al menos en esa parte del mundo, llamó la atención de los sudafricanos Steven Segarmann y Craig Bartholomew Strydom quienes se propusieron encontrar a Rodríguez. En 1998 los sudafricanos encontraron a Rodríguez y le propusieron, y él aceptó, una presentación en Sud África, con tal éxito, que le llevo a una breve gira a otros países. Pero después de eso, nada.

Su estrella se apaga y se prende

Hace cinco años, el director sueco Malik Bendjelloul, visitó Sud África buscando el tema para un documental, ahí oyó casualmente el nombre y una vaga historia sobre Sixto Rodríguez, suficiente para interesarlo a buscar el paradero de figura tan enigmática. Pero en toda Sud África escuchaba el rumor de que Sixto se había suicidado durante una de sus presentaciones. Hasta que por mera casualidad una de sus llamadas telefónicas a Estados Unidos le dio la pista de que Sixto trabajaba como simple obrero en la demolición de edificios en la ciudad de Detroit, una de las ciudades más desoladas por la crisis económica.

El resultado de ese encuentro fue el documental Searching for Sugar Man, y Malik Bendjelloul tímidamente lo inscribió en el festival de cine Sundance, por la singularidad del tema el documental fue escogido para abrir el festival, desde entonces se exhibe con éxito en salas cinematográficas y suena fuertemente como ganador de un Oscar.

Una persona agradable

De larga melena y gafas oscuras, vestido perennemente de negro de pies a cabeza, Sixto Rodríguez parece una mezcla de rockero con Johnny Cash.

A los 70 años de edad sus puntos de vista políticos no han cambiado: “Nos dicen que la historia se repite en ciclos, pero eso no va conmigo”, dice en forma filosófica. Sus manos son rústicas y su rostro duro como la vida que le ha tocado vivir, aunque suavisada por los recuerdos de haber tocado al lado de grandes, como el guitarrista de Funk Brothers.

Ahora Sixto se codea con las figuras icónicas del momento que luchan contra la pobreza y la desigualdad, como Bono, Ben Afleck y Alec Baldwin, o presentándose en televisión con David Letterman. Su lista de fanáticos siempre creciendo.

Parece no darse importancia de su tamaño artístico, de sus promotores dice “esta gente es muy grande”, o le dice con timidez y sorpresa a su hija “me va a acompañar UNA ORQUESTA”.

Se describe a sí mismo como “músico político, así es como decido expresarme en mis canciones ‘Establishment Blues’ y ‘Like Janis’, es lo que está sucediendo en los estados Unidos y lo que me ha pasado en lo personal”. “Establishment Blues” está escrita en el estilo de platicar el blues de Bob Dylan.

Sixto Rodríguez es potosino y de sangre indígena

“De mi familia, somos de origen indígena, de San Luis Potosí, (Tierra Nueva), mi padre se vino a Detroit y luego nos trajo a todos, las fábricas de automóviles pagaban muy bien. Mi padre fue el ejemplo a seguir. Mi madre murió cuando yo tenía tres años, y la manera como honramos a nuestros padres es recordando nuestros orígenes y herencia. Los mexicanos cantamos juntos, nos abrazamos cuando nos reunimos, así que siempre hubo una guitarra en la casa, así aprendí a tocarla”.

Aunque ahora es el héroe de los rockeros jóvenes independientes y de los sudafricanos, Sixto quiere que todo mundo sepa que es mexicano, que su orgullo es presumir de los olmecas y los aztecas, el naturismo de los pueblos indígenas, sumerge a sus hijas en esta cultura visitando cuanta exhibición mexicana llega a los museos de Detroit, “Me gusta gritar ¡Viva mi Raza!”

Se considera un fanático de leyendas rockeras como Ritchie Valens, Question Mark y Los Mysterians. En cambio no le da mucha importancia a sus éxitos “Sugar Man”, “Hate Street Dialog,” e “Inner City Blues”, quizás porque como él lo dice “estaba muy decepcionado de estar decepcionado, así que me dedique a trabajar y sostener a mi familia”.

La familia y vida de Sixto Rodríguez

Sixto se siente muy orgulloso de la cercanía que tiene con sus dos hijas, las que aparecen en el documental, acompañándolo en su retorno a Sud África en 1998. Una de ellas es Eva, ex piloto de helicóptero en el ejército de los Estados Unidos, quien vive con su hijo en la casa de Sixto.

Cuando se retiró de los escenarios Sixto se lanzó como candidato a regidor, “Trataron de retirarme de la boleta electoral, pero pague 42 dólares para apelar judicialmente, la cosa es que tienes que luchar y que debes aprender de tus intentos”.

Durante sus años de olvido, a pesar de su dedicación a su familia y su trabajo en construcción y demolición, Sixto no se cruzó de brazos y estudió hasta obtener una maestría en filosofía y piensa obtener su doctorado. Después de todo el bien sabe ahora que hay segundas oportunidades.