COMENTARIOS EN EL CENTENARIO DEL NATALICIO DE SALVADOR NAVA
COSAS DE LA CIUDAD
NAVISMO.- Muy dados a mitificar personas, hubo versiones extraordinarias e inverosímiles acerca de lo que fue el doctor Salvador Nava y el movimiento navista, al conmemorarse el centenario de su natalicio en esta Capital. Es cierto que tanto Nava como el navismo son parte de la historia potosina del siglo XX en el marco de las luchas de la sociedad civil mexicana en contra de lo que se conociera como “la dictadura perfecta” del priísmo. Entre las cosas que no deben olvidarse acerca de Nava es que fue militante del PRI y que fue el único partido al que perteneció. Es decir, Nava fue priista, aunque renunció a ese partido a causa de que se le negara en 1959 su candidatura a la presidencia municipal.
EL SILENCIO.- Después de un muy breve encarcelamiento a causa de los todavía hoy oscuros incidentes de la noche del 15 de septiembre de 1961, y cuyo vertiginoso indulto mereció en su momento sospechas por parte de las vanguardias obreras e intelectuales recluidas en Lecumberri, Salvador Nava Martínez regresó a San Luis Potosí y se hundió en el silencio durante veinte años. Es decir, no hubo durante los alzamientos estudiantiles populares de las década de los 60 y 70 un sólo pronunciamiento o manifestación por parte del que han bautizado como “El Gandhi mexicano”. A esa época del silencio e indiferencia por los movimientos sociales, se le llamó “La paz del patronatismo”. Fue la llegada de Carlos Jonguitud Barrios la que provocó el renacimiento de la “potosinidad”, encabezada por el doctor.
HEREDAD.- Otra de sus herencias fue, según versiones de testigos, hacer gobernador de San Luis Potosí a un integrante de su familia, que fue el priísta Horacio Sánchez Unzueta, yerno del doctor Salvador Nava Martínez y esposo de su única hija Concepción de Guadalupe Nava Calvillo. Esto sucedió en medio secretas negociaciones en su lecho de muerte con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. Quienes acompañaban al entonces presidente y al gobernador de San Luis Potosí, que en ese tiempo era Gonzalo Martínez Corbalá, cuentan que el diálogo entre Nava y Salinas ocurrió en el interior de su domicilio en la calle de Arista. Allí Nava pidió a Salinas varias cosas, entre las que se encontraba hacer gobernador a un miembro de su familia. Como ninguno de sus hijos era priísta, y así se lo hizo ver Salinas, el propio Nava pidió que entonces su yerno fuese investido con ese poder.
HEGEMONÍA.- A consecuencia de las negociaciones entre Salvador Nava Martínez y Carlos Salinas de Gortari pudo construirse una hegemonía específica de la familia Nava en San Luis Potosí, y quizás no del navismo en tanto esa voz designa a un amplio movimiento de fuerzas y de personas de ideologías muy heterogéneas y de pertenencias sociales igual de disímbolas. Dicha hegemonía en tanto no representó jamás un riesgo en contra del verdadero poder económico y político en sus dimensiones regional y nacional, pudo cimentarse a partir del año de 1993 con la llegada del matrimonio Sánchez – Nava a la gubernatura. Curiosamente el oponente más difícil que encontró Sánchez Unzueta en la elección fue su propia suegra: doña Concepción Calvillo viuda de Nava.
CORDURA.- Bien hacen los historiadores sensatos en emitir juicios sobre los movimientos y sus actores cuando estos ya se han enfriado y sobre los cuales se ha acumulado el polvo del tiempo. Ello porque si el muerto sigue pataleando o hay herederos interesados en revivirlo, entonces los juicios u opiniones de los historiadores suelen estar comprometidos por el interés particular o por la subjetividad de su autor. Habrá que esperar a la llegada de una generación desinteresada y desapasionada con respecto al doctor Salvador Nava Martínez y con su movimiento para que se ofrezca entonces una opinión más sana y científica de lo sucedido (ahora que si no quieren usar la palabra “científica”, sustitúyanla por “hermenéutica”).
¿QUÉ BUSCAN?- ¿Qué es lo que buscan los organizadores de la conmemoración del centenario del natalicio de Salvador Nava Martínez? ¿Sólo recordarlo? O por el contrario, ¿pretenden seguir usufructuando los restos de una historia desconocida para generaciones de potosinos, cuyas edades se encuentran entre los 18 y los 30 años de edad? Parecería entonces que las honras ante el cadáver de un líder sólo tienen el propósito perverso de seguir usufructuando el pasado para permanecer parasitariamente en el poder.