JUGUETES Y ESTEREOTIPOS DE ETNICIDAD, DE BELLEZA Y DE GÉNERO
Por Eduardo José Alvarado Isunza.-San Luis Al Instante.- En esta temporada navideña, casi todas las personas regalamos muñecos, artefactos u objetos que constituyen simulaciones de la civilización contemporánea o de la vida de las generaciones adultas.
Sin embargo, hay que considerar que no por decir “civilización” o “vida adulta” ya por sí es algo neutro o bueno, porque en ello se encuentran implicados grupos humanos que se han constituido en supremacistas o hegemónicos a través de la crueldad, de la matanza, del exterminio y de la violencia en cualquiera de sus formas.
La cuestión es que al obsequiar alguno de esos juguetes que pueblan los escaparates de las tiendas, no reflexionamos en que al hacerlo contribuimos a la reproducción de estereotipos de un mundo de injusticias en el que están implicados niñas y niños.
Por ejemplo, al regalar juguetes lo hacemos pensando en primer lugar en el sexo de la persona que lo recibirá: si es niña o si es niño, con lo que multiplicamos la visión patriarcal de verlas a ellas como objeto de consumo sexual o propias de las labores domésticas; en tanto vemos a ellos como seres destinados a la conquista y las grandes hazañas.
El problema se resuelve obsequiando juguetes no sexistas, sino relacionados con las ciencias, las tecnologías, los trabajos u oficios, las profesiones, sin que dichos juguetes sean reproductores de estereotipos.
Por ejemplo, una pelota no es estereotípica por sí, porque es una forma geométrica vacía de carga ideológica y le sirve a cualquier persona independientemente de su sexo para descubrir con su uso el tiempo, el espacio, la velocidad, la gravedad, la fuerza, etc.
Incluso si a una niña no se le provee de pelotas desde la infancia, se le estaría condenando a ver subdesarrolladas sus estructuras cognitivas, aunque tampoco es una fatalidad.
Igual sucede con las bicicletas. De estas diremos que reproducen estereotipos cuando son elegidas por el color, los adornos, la forma de su estructura o el uso para el que fue fabricada.
En cambio, una muñeca reproduce varios estereotipos si está diseñada para cumplir con ese fin, como son las muñecas Barbie, Bratz o las más tradicionales que embonan perfectamente en los esquemas de la ideología supremacista de belleza aria.
Y esto último porque también hay muñecos educativos, como los utilizados en las escuelas secundarias y preparatorias para tratar de concientizar a adolescentes y jóvenes sobre una sexualidad responsable.
En fin, es un gran tema este del juguete y creo que nadie ha escapado al uso, primero, y luego al obsequio de uno de esos chunches en los cuales haya existido oculta una intención ideológica o enajenadora.
Un posterior encuentro con las ciencias emancipadoras, entre las que se hallaría la teoría del género, o incluso el encuentro natural con la propia dialéctica de la realidad fracturará aquellos estereotipos venidos de la relación entre infancia y juguete, y conducirá a las personas a una epifanía, es decir, a nacer a otra realidad.