PARA PROTEGER A ABEJAS, PROHÍBEN DIPUTADOS USO DE PLAGUICIDAS EN ÁREAS APÍCOLAS
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Comunicado del Congreso del Estado.-
San Luis Al Instante.- En sesión ordinaria celebrada este lunes 11 de marzo, diputados al Congreso del Estado de San Luis Potosí aprobaron por mayoría adicionar el párrafo segundo al artículo 92 de la Ley Ambiental del Estado de San Luis Potosí, con el objetivo de establecer que en las áreas significativas o que se consideren potenciales para el desarrollo de la apicultura en la entidad, se prohíbe el uso de plaguicidas. La SEDARH fijará los parámetros para determinar qué es un área significativa o potencial para esta actividad.
Lo anterior porque el uso y utilización de insecticidas neonicotinoides para evitar o matar las plagas que se desarrollan en los cultivos agrícolas, tienen componentes químicos que al aplicarse generan una descompensación o alteran los ecosistemas, la biodiversidad y el equilibrio ecológico.
Ello evidentemente provoca la afectación o la muerte de elementos que son relevantes en la producción de la flora y fauna, como es el caso de las abejas. En ese sentido, importantes instituciones en el mundo en tiempos recientes han prohibido la utilización de los mismos, puesto que está demostrado que estas sustancias se liberan mientras crece la planta.
Sin embargo, en ese proceso son transportadas a través del sistema vascular, con lo que llega a las flores, al polen y al néctar, donde liban las abejas, y así se contaminan. Resultan altamente tóxicos para los insectos, a los que causan parálisis y posteriormente la muerte al interferir en su sistema nervioso central. Agrava sus efectos el que, a diferencia de otros pesticidas que permanecen en la superficie de las plantas, estos productos son absorbidos por raíces, tallos, hojas, flores, polen y néctar.
Sus efectos agudos pueden provocar la mortalidad de sus poblaciones, mientras que la exposición continuada provoca trastornos subletales. Estos últimos no causan la muerte inmediata del insecto, pero sí provocan trastornos cognitivos; o pérdida de memoria, estos recolectores que olvidan el camino de regreso a la colmena, así como una disminución de la inmunidad, lo que los hace más vulnerables a ciertos patógenos o un colapso en la capacidad de reproducción de las poblaciones.
Lo anterior porque el uso y utilización de insecticidas neonicotinoides para evitar o matar las plagas que se desarrollan en los cultivos agrícolas, tienen componentes químicos que al aplicarse generan una descompensación o alteran los ecosistemas, la biodiversidad y el equilibrio ecológico.
Ello evidentemente provoca la afectación o la muerte de elementos que son relevantes en la producción de la flora y fauna, como es el caso de las abejas. En ese sentido, importantes instituciones en el mundo en tiempos recientes han prohibido la utilización de los mismos, puesto que está demostrado que estas sustancias se liberan mientras crece la planta.
Sin embargo, en ese proceso son transportadas a través del sistema vascular, con lo que llega a las flores, al polen y al néctar, donde liban las abejas, y así se contaminan. Resultan altamente tóxicos para los insectos, a los que causan parálisis y posteriormente la muerte al interferir en su sistema nervioso central. Agrava sus efectos el que, a diferencia de otros pesticidas que permanecen en la superficie de las plantas, estos productos son absorbidos por raíces, tallos, hojas, flores, polen y néctar.
Sus efectos agudos pueden provocar la mortalidad de sus poblaciones, mientras que la exposición continuada provoca trastornos subletales. Estos últimos no causan la muerte inmediata del insecto, pero sí provocan trastornos cognitivos; o pérdida de memoria, estos recolectores que olvidan el camino de regreso a la colmena, así como una disminución de la inmunidad, lo que los hace más vulnerables a ciertos patógenos o un colapso en la capacidad de reproducción de las poblaciones.