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lunes, 21 de octubre de 2019

VIDEOS: Por poco una tragedia en el Lastras por irresponsabilidad de autoridades y empresarios

VIDEOS: POR POCO UNA TRAGEDIA EN EL LASTRAS POR IRRESPONSABILIDAD DE AUTORIDADES Y EMPRESARIOS






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San Luis Al Instante.- Existen responsables de la violencia desatada este domingo 20 de octubre en el estadio de futbol Alfonso Lastras y sus alrededores, que a punto estuvo de terminar en una espantosa tragedia, cuyo saldo pudo haber sido el de uno o varios muertos ante la mirada aterrorizada de cientos de niños. Hay responsables que sólo la corrupción y la complicidad más inmoral pueden esconder o solapar.

Estos responsables son Juan Manuel Carreras López y Xavier Nava Palacios, cuya ineptitud y falta de capacidad  es más que notable y evidente para dirigir a los gobiernos del Estado y del ayuntamiento de esta Capital. También son responsables los empresarios de ese deporte profesional, encabezados por Jacobo Payán Latuf, por su voracidad que los lleva a anteponer sus gordas cuentas de dinero a la protección de seres humanos.

Es evidente que a estos tres personajes y a otros de menor calibre les importó menos que un vaso de cerveza garantizar la seguridad y la vida de miles de personas que asistirían a esa enorme cantina en que está convertido el estadio Alfonso Lastras para presenciar el encuentro del Atlético de San Luis contra los Gallos del Querétaro. Sobre el tema hay que reflexionar si está apegado a la ley y a la norma de venta de alcohol el ingreso de menores a un sitio en donde son vendidas y consumidas bebidas embriagantes sin control (y también otras drogas).

Para vergüenza del empresario Payán Latuf, que promueve con golpes de billete y chilaquiles en La Parroquia su candidatura a obtener la Medalla Plan de San Luis, otorgada por el Congreso del Estado "para reconocer a los mejores ciudadanos", el nombre de nuestro estado se convirtió en noticia nacional e internacional por la espantosa violencia que se registró en el estadio. Imágenes que nos hicieron aparecer como salvajes, como bestias, como seres primitivos.

Por fortuna, la feroz pelea entre miembros de las barras de ambos equipos no ocasionó una tragedia de dimensiones mayúsculas. Hubo 50 personas lesionadas, 10 de las cuales debieron de ser hospitalizadas por la gravedad de los golpes. De haber habido uno o varios muertos, ante la mirada aterrorizada de cientos de niños ahí presentes, nos encontraríamos ante una situación que debió desembocar en la renuncia inmediata del gobernador Carreras y del presidente municipal: el licenciado en relaciones internacionales Xavier Nava Palacios, por su incapacidad para proyectar escenarios, brindar protección a las personas, principalmente a los menores, y hacer cumplir cuantas leyes y reglamentos deban observarse.

Además de los lesionados, también hubo daños materiales cuantiosos a inmuebles y vehículos en la periferia del estadio Lastras, lo cual demuestra la incapacidad del gobierno y del ayuntamiento para garantizar la vida y el patrimonio de los habitantes de esta zona metropolitana.

Queda revelado también que las autoridades, encabezadas por Carreras y Nava, sólo sirven al intereses de empresarios voraces, como Jacobo Payán Latuf (dueño del estadio, comerciante de cuanto allí se vende, como cerveza y alcohol, y socio del mismo equipo Atlético de San Luis). Ningún protocolo, ni ley ni norma ha sido impuesta sobre el poder económico y financiero que representa Jacobo Payán Latuf, quien por la protección y promoción de sus negocios de que disfruta, nos luce que fue financiador de las campañas políticas de Carreras y de Nava.

Si este par de inútiles gobernantes que sufrimos no presentan sus respectivas renuncias, como sorprendentes actos de honestidad y de congruencia por la desgracia que su incapacidad pudo haber ocasionado, cuando menos deben de solicitarlas a sus funcionarios encargados del aparato de seguridad, así como de protección civil y de los departamentos de comercio y espectáculos.

De que hay responsables de lo sucedido, por supuesto que los hay. Son las autoridades que juraron hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan. Pero se hacen tontos frente al poder de quienes tienen enormes riquezas, a quienes sirven sólo como sus empleados. Sus nombres son protegidos por la nata inmunda de corrupción y complicidad construida en torno a ellos.





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