DUELO Y TRISTEZA EN HABITANTES DE VILLA DE RAMOS POR ASESINATO DE PERLA Y GUILLERMINA
Tomado de Che Pachón.-
San Luis Al Instante.- Hoy no fue un día normal en el municipio, pues mientras miles de personas se levantaban a realizar sus actividades de cada día, en la comunidad del Barril una familia estaba llorando por la muerte de dos mujeres que fueron asesinadas por gente sin alma y sin sentimientos.
Las horas fueron transcurriendo en el domicilio de aquellas desafortunadas mujeres. Personas iban y venían, poco se hablaba, sólo se podía observar la tristeza en los rostros de los ahí presentes, nadie decía nada. Pero cuando se cruzaban sus miradas, parecían preguntarse: "¿por qué pasó esto?, no eran malas mujeres, a nadie le hacían daño".
Dieron las tres de la tarde, el Sol estaba en su máximo esplendor. Pero ni el calor intenso logró dar un poco de calor a quienes se encargaron de cargar los féretros de esas buenas mujeres.
Tres y veinte minutos marcaba el reloj. El sacerdote extrañamente ofició esa misa en tan solo 45 minutos, aunque normalmente lo hace en una hora. Nadie dijo nada.
Se acercaba el momento más duro para todos. A paso lento y cansado, miles de personas caminaron detrás de esos dos ataúdes hacia el panteón donde sería su última morada.
Así, todo llegó a su fin. Madre e hija fueron sepultadas en el mismo lugar. Las lágrimas inundaron ese lugar, los rezos y las plegarias apenas y podían mitigar un poco el dolor de aquellos que perdieron a sus seres queridos.
Eran cerca de las seis de la tarde cuando la última persona se retiraba del lugar. Pero el dolor sigue resonando en aquellos que amaron a estas dos grandes mujeres. Y, sin embargo, ¿cómo poder explicarles a dos pequeños que quedaron huérfanos que mami ya no está?, que ya no podrá acariciarlos por las noches, que abuelita ya no sonreirá ni jugará con ellos? ¿Quién podrá secar sus lágrimas cuando estén tristes de ahora en adelante?...
La gente pide justicia, pues quienes cometieron este acto tan atroz no deben ser perdonados aquí en la Tierra; y en cambio que Dios los perdone por el mal que han hecho.
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