FESTIVAL DEL TACO POTOSINO, TEATRO CARO Y MAL MONTADO POR GALLARDO
San Luis Al Instante.- Con la intención de apresurar una alternativa a cientos de taqueros tradicionales que cada Semana Santa se instalan en los alrededores de los templos del Centro Histórico, el presidente municipal Ricardo Gallardo Juárez inventó un Festival del Taco Potosino en la Alameda Juan Sarabia, que resultó muy caro a las finanzas públicas y un verdadero fracaso.
De acuerdo con personas bien enteradas de la forma en que se hizo la organización de este evento, la dirección de Comercio buscó cocineras de tacos rojos en los diferentes barrios de esta Capital como en Soledad de Graciano Sánchez, a quienes pagó entre 1 mil y 1,500 pesos por día, con el propósito de crear una falsa idea en la sociedad potosina de que aquello era una genial idea surgida de la mente brillante de su presidente Gallardo Juárez.
Esa compensación de dinero era adicional a lo que pudieran ganar por la venta de tacos, cuyo precio fue establecido en forma general de 40 pesos por cinco tacos, aunque a falta de venta hubo una baja en el precio a 30 y hasta 25 pesos.
Además, Gallardo les ofreció los materiales e infraestructura necesaria para montar sus cocinas, como fueron una enorme carpa, anafres, mesas, sillas, manteles y hasta transporte. También se les ofrecieron permisos de venta para sus cocinas de tacos en los barrios. A pesar de todos esos obsequios, la presencia de taqueras fue muy escasa, pues de 100 comales contratados, solamente se ocuparon unos 48.
Junto a todo ello deben sumarse las fuertes cantidades de dinero que Gallardo Juárez pagó a empresas periodísticas y portales de Internet para impulsar una campaña propagandística que creara la idea en la opinión pública de que el Festival del Taco Potosino, concepto incubado en el genial cerebro de su presidente municipal, había resultado un total éxito.
Frente a esas notas falsas de periódicos y portales digitales se eleva como gigantesca realidad el hecho de que fueron escasas las personas que por allí se asomaron, pues solamente el Jueves Santo la multitud andaba en la visita de sus templos tradicionales, ubicados a cientos de metros de la Alameda; en tanto que el Viernes Santo la comunidad y los turistas andaban entretenidos con la Procesión del Silencio.
Todo aquel caudal de dinero que allí se tiró deberá pagarse ahora con recursos del Ramo 33, que debería destinarse directamente a mejorar las condiciones de existencia de cientos de familias potosinas.
Tampoco este Festival del Taco Potosino fue una alternativa para el comercio ambulante del Centro Histórico, así como la maquinaria propagandística gallardista ha querido hacer ver, pues los giros de los vendedores callejeros son muy diversos y no específicamente de la elaboración de tacos rojos.
Aquello fue un costoso acarreo de cocineras, una comedia que causó incluso fuertes burlas y críticas entre infinidad de ciudadanos a través de sus cuentas en redes sociales digitales, porque son nulos sus resultados positivos. Tanto así que ni el mismo Gallardo Juárez se acercó al sitio a tomarse la foto y festejar su estupenda idea. En su lugar, mandó por delante a subordinados.
De acuerdo con personas bien enteradas de la forma en que se hizo la organización de este evento, la dirección de Comercio buscó cocineras de tacos rojos en los diferentes barrios de esta Capital como en Soledad de Graciano Sánchez, a quienes pagó entre 1 mil y 1,500 pesos por día, con el propósito de crear una falsa idea en la sociedad potosina de que aquello era una genial idea surgida de la mente brillante de su presidente Gallardo Juárez.
Esa compensación de dinero era adicional a lo que pudieran ganar por la venta de tacos, cuyo precio fue establecido en forma general de 40 pesos por cinco tacos, aunque a falta de venta hubo una baja en el precio a 30 y hasta 25 pesos.
Además, Gallardo les ofreció los materiales e infraestructura necesaria para montar sus cocinas, como fueron una enorme carpa, anafres, mesas, sillas, manteles y hasta transporte. También se les ofrecieron permisos de venta para sus cocinas de tacos en los barrios. A pesar de todos esos obsequios, la presencia de taqueras fue muy escasa, pues de 100 comales contratados, solamente se ocuparon unos 48.
Junto a todo ello deben sumarse las fuertes cantidades de dinero que Gallardo Juárez pagó a empresas periodísticas y portales de Internet para impulsar una campaña propagandística que creara la idea en la opinión pública de que el Festival del Taco Potosino, concepto incubado en el genial cerebro de su presidente municipal, había resultado un total éxito.
Frente a esas notas falsas de periódicos y portales digitales se eleva como gigantesca realidad el hecho de que fueron escasas las personas que por allí se asomaron, pues solamente el Jueves Santo la multitud andaba en la visita de sus templos tradicionales, ubicados a cientos de metros de la Alameda; en tanto que el Viernes Santo la comunidad y los turistas andaban entretenidos con la Procesión del Silencio.
Todo aquel caudal de dinero que allí se tiró deberá pagarse ahora con recursos del Ramo 33, que debería destinarse directamente a mejorar las condiciones de existencia de cientos de familias potosinas.
Tampoco este Festival del Taco Potosino fue una alternativa para el comercio ambulante del Centro Histórico, así como la maquinaria propagandística gallardista ha querido hacer ver, pues los giros de los vendedores callejeros son muy diversos y no específicamente de la elaboración de tacos rojos.
Aquello fue un costoso acarreo de cocineras, una comedia que causó incluso fuertes burlas y críticas entre infinidad de ciudadanos a través de sus cuentas en redes sociales digitales, porque son nulos sus resultados positivos. Tanto así que ni el mismo Gallardo Juárez se acercó al sitio a tomarse la foto y festejar su estupenda idea. En su lugar, mandó por delante a subordinados.
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