¿QUÉ NOS QUEDA DE LA III MARCHA POR LOS DERECHOS LGBTI?
Reflexiones sobre la Marcha realizada en la Cd. de San Luis Potosí el sábado 5 de julio de 2014.-
#SLP #SanLuisPotosí #GobiernoSLP #CongresoSLP
Texto de José Arturo González Guerrero.-
San Luis Al Instante.- La población homosexual de San Luis Potosí se empezó a organizar hace más de cincuenta años. Sí, es verdad, se organizaba sólo para hacer reuniones y tertulias, pero se organizaba. ¿Surgía en aquel entonces, lo que hoy llaman la "Comunidad LGBTTTTI"? No, por supuesto que no.
Surgían grupos de amigos afines en gustos y caprichos, cómplices en la clandestinidad. Podemos imaginar al Lic. Ernesto Baéz Lozano cortejando a un gentil mancebo para luego acercarlo a las tertulias musicales, o a Concha Urquiza acariciando con la mirada a las chamacas y a las jóvenes señoras en la quietud de aquel San Luis de entonces.
Años después serían los bares de mala muerte el único espacio para la estridencia y el descaro, "La Luciérnaga", "El Noa Noa", "El Pozo", "El Salón Coahuila", el "Bar Lagunita", entre otros, y lo que ahí ocurría, aquí quedaba. Y no hay que olvidar que fueron esas, las vestidas, hoy tan despreciadas por las varonilas zapatistas, las que dieron visibilidad a la homosexualidad; fueron ellas las que irrumpieron a la brava en los comercios para exigir que se les vendiera hilos, agujas y alfileres como a cualquier ciudadano; las que subían al transporte urbano y exigían que se les permitiera abordarlo, aunque a su alrededor se hiciera un vacío, y las que con un amparo en la bolsa salían a fichar y a prostituirse arriesgando la vida.
Fue hasta los setentas que surgieron espacios que hoy llaman "alternativos", espacios privados como "Buckingham Palace" o públicos como "The Number One" o el tristemente celebre "Hoyo Funky".
Es hasta mediados de los ochentas que Doña Diabla (Vicente Betancourt) abre "El Barón Rojo" como un bar abierta y francamente gay, y después la disco "Sheik" en una ubicación que entonces era estrategicamente discreta. A Doña Diabla y a Juan Roberto Mondragón (gerente de "Sheik" y organizador de los primeros concursos de "Señorita Gay") se les considera pioneros del activismo gay, es mentira. Uno y otro fueron excelentes empresarios en el mercado del entretenimiento para la población homosexual sin competencia. ¿Que ahí se bebía alcohol adulterado? No importaba. ¿Que los chicos travestis pagaban por la oportunidad de pisar un escenario? Tampoco importaba. ¿Que no había seguridad? Bueno, pues ni modo. ¿Que cada chico travesti debía pagar una fuerte suma por su participación en "Señorita Gay"? Esas eran las reglas del juego.
El éxito del "Sheik" tentó a otros empresarios a abrir otras discotecas gay (en esos años no se les llamaba "antros"), pero Doña Diabla mientras pudo consiguió ser la única opción, tuvo que enfermar, decaer en su ánimo y finalmente morir (casi a la par que Juan Roberto) para que se abrieran otros lugares y hoy la oferta muy variada.
Así que la cosa no ha cambiado mucho desde los lejanos tiempos de las tertulias en casas particulares, la población homosexual está cada vez mejor organizada para divertirse, bailar, reír, beber algunos tragos coquetos y esperar el siguiente fin de semana para repetir la rutina.
Hoy, tal como hace más de cincuenta años, la población homosexual se organiza en grupos de amigos, pero además en tribus que buscan diferenciarse de los demás, y esas diferencias derivan en el escarnio. Hace años se hablaba de "Las Obscuras", "Las Violetas imperiales", "Las Cherokis". Hoy (además de los grupos de amigos) se señala a "Las osas", "Las vaquerobvias", "Las musculocas", "Las obvias", y más recientemente "Las varonilas zapatistas" (fieles seguidoras de Laura Zapata). Está claro que ésta es una diversidad homosexual cargada de homofobia internalizada, los unos desprecian y descalifican a los otros.
Una parte de la población homosexual ("Las varonilas zapatistas" que a su vez pueden ser "Osas" o "Vaquerobvias", por ejemplo), establece como orden social deseado que los homosexuales incómodos deben permanecer invisibles para evitar que la opinión pública se confunda, para que la sociedad no vaya a creer que todos los homosexuales son exhibicionistas afeminados, travestidos, escandalosos. Son los mismos que desearían que no se perturbara a la sociedad con marchas carnavaleras de orgullo gay.
Desde luego en esta historia también hubo personajes que intentaron hacer una diferencia. Hace mas de quince años un muy chamaco Jesús Portillo hizo lo que pudo con lo que tenía (su insolente juventud y la información que abrevaba de donde podía) y empezó a crear proyectos de apoyo a la población homosexual, con subvenciones del sector salud; otro joven entusiasta hizo lo propio, Andrés Costilla, con un proyecto aún más ambicioso; después otros muchachos también lo intentaron, pero fueron esfuerzos efímeros, tanto que sus nombres han sido olvidados.
Al día de hoy las iniciativas de Portillo y Costilla son muy diferentes a lo que fueron en un principio, cambiaron tanto como cambiaron sus intereses y sus historias de vida, pero han surgido otros nombres, otros jóvenes con otras inquietudes: Jesús Paul Ibarra Collazo, Jorge Mares, Ricardo Velazco, entre otros que crean "Red Diversificadores Sociales", Lazos de VHIda", "APLCS", "Apoyo a familias diversas", entre otras asociaciones civiles que intentan integrar a la población homosexual en una "Comunidad"; comunidad que a la fecha no existe, como tampoco existió hace mas de cincuenta años.
¿Qué nos queda de la III Marcha por los derechos LGBTI? Algunos grandes logros y algunas grandes carencias que habría que tomar en cuenta:
Son cada vez mas los homosexuales decididos a salir a la calle para hacerse visibles y exigir los derechos que les corresponden.
Son cada vez mas los homosexuales y amigos y familiares de homosexuales decididos a organizarse en favor de un causa en particular, apoyar a familias en donde hay un homosexual, apoyar e informar a muchachos que recién se descubren como homosexuales; luchar contra la transfobia, apoyar a familias en las que hay un menor infectado de VIH y promover las pruebas rápidas para una detección oportuna de infección por VIH, sólo por mencionar algunas.
Los jóvenes se descubren capaces de manifestarse de manera lúdica y alegre, la imaginación es el límite y se dan permiso de encarnar, publicamente, una fantasía gay, lésbica, travesti o transexual.
Falta claridad, precisión y consenso en la forma y modo de plantear necesidades en asuntos de derechos civiles, derechos a la salud, seguridad, etc.
Todavía es necesario trabajar mucho en el compromiso, la formalidad, los delirios de protagonismo y vedetismo.
Falta mucho para considerar el tiempo necesario para sensibilizar a filántropos, instituciones, comercios y antros a fin de que un día apoyen un evento de un sector de la población que durante todo el año crea fuentes de ingresos para muchas familias.
Falta un líder respetable que, sin voracidad protagónica, que con absoluta honestidad de voz a las necesidades de la población homosexual.
Texto de José Arturo González Guerrero.-
San Luis Al Instante.- La población homosexual de San Luis Potosí se empezó a organizar hace más de cincuenta años. Sí, es verdad, se organizaba sólo para hacer reuniones y tertulias, pero se organizaba. ¿Surgía en aquel entonces, lo que hoy llaman la "Comunidad LGBTTTTI"? No, por supuesto que no.
Surgían grupos de amigos afines en gustos y caprichos, cómplices en la clandestinidad. Podemos imaginar al Lic. Ernesto Baéz Lozano cortejando a un gentil mancebo para luego acercarlo a las tertulias musicales, o a Concha Urquiza acariciando con la mirada a las chamacas y a las jóvenes señoras en la quietud de aquel San Luis de entonces.
Años después serían los bares de mala muerte el único espacio para la estridencia y el descaro, "La Luciérnaga", "El Noa Noa", "El Pozo", "El Salón Coahuila", el "Bar Lagunita", entre otros, y lo que ahí ocurría, aquí quedaba. Y no hay que olvidar que fueron esas, las vestidas, hoy tan despreciadas por las varonilas zapatistas, las que dieron visibilidad a la homosexualidad; fueron ellas las que irrumpieron a la brava en los comercios para exigir que se les vendiera hilos, agujas y alfileres como a cualquier ciudadano; las que subían al transporte urbano y exigían que se les permitiera abordarlo, aunque a su alrededor se hiciera un vacío, y las que con un amparo en la bolsa salían a fichar y a prostituirse arriesgando la vida.
Fue hasta los setentas que surgieron espacios que hoy llaman "alternativos", espacios privados como "Buckingham Palace" o públicos como "The Number One" o el tristemente celebre "Hoyo Funky".
Es hasta mediados de los ochentas que Doña Diabla (Vicente Betancourt) abre "El Barón Rojo" como un bar abierta y francamente gay, y después la disco "Sheik" en una ubicación que entonces era estrategicamente discreta. A Doña Diabla y a Juan Roberto Mondragón (gerente de "Sheik" y organizador de los primeros concursos de "Señorita Gay") se les considera pioneros del activismo gay, es mentira. Uno y otro fueron excelentes empresarios en el mercado del entretenimiento para la población homosexual sin competencia. ¿Que ahí se bebía alcohol adulterado? No importaba. ¿Que los chicos travestis pagaban por la oportunidad de pisar un escenario? Tampoco importaba. ¿Que no había seguridad? Bueno, pues ni modo. ¿Que cada chico travesti debía pagar una fuerte suma por su participación en "Señorita Gay"? Esas eran las reglas del juego.
El éxito del "Sheik" tentó a otros empresarios a abrir otras discotecas gay (en esos años no se les llamaba "antros"), pero Doña Diabla mientras pudo consiguió ser la única opción, tuvo que enfermar, decaer en su ánimo y finalmente morir (casi a la par que Juan Roberto) para que se abrieran otros lugares y hoy la oferta muy variada.
Así que la cosa no ha cambiado mucho desde los lejanos tiempos de las tertulias en casas particulares, la población homosexual está cada vez mejor organizada para divertirse, bailar, reír, beber algunos tragos coquetos y esperar el siguiente fin de semana para repetir la rutina.
Hoy, tal como hace más de cincuenta años, la población homosexual se organiza en grupos de amigos, pero además en tribus que buscan diferenciarse de los demás, y esas diferencias derivan en el escarnio. Hace años se hablaba de "Las Obscuras", "Las Violetas imperiales", "Las Cherokis". Hoy (además de los grupos de amigos) se señala a "Las osas", "Las vaquerobvias", "Las musculocas", "Las obvias", y más recientemente "Las varonilas zapatistas" (fieles seguidoras de Laura Zapata). Está claro que ésta es una diversidad homosexual cargada de homofobia internalizada, los unos desprecian y descalifican a los otros.
Una parte de la población homosexual ("Las varonilas zapatistas" que a su vez pueden ser "Osas" o "Vaquerobvias", por ejemplo), establece como orden social deseado que los homosexuales incómodos deben permanecer invisibles para evitar que la opinión pública se confunda, para que la sociedad no vaya a creer que todos los homosexuales son exhibicionistas afeminados, travestidos, escandalosos. Son los mismos que desearían que no se perturbara a la sociedad con marchas carnavaleras de orgullo gay.
Desde luego en esta historia también hubo personajes que intentaron hacer una diferencia. Hace mas de quince años un muy chamaco Jesús Portillo hizo lo que pudo con lo que tenía (su insolente juventud y la información que abrevaba de donde podía) y empezó a crear proyectos de apoyo a la población homosexual, con subvenciones del sector salud; otro joven entusiasta hizo lo propio, Andrés Costilla, con un proyecto aún más ambicioso; después otros muchachos también lo intentaron, pero fueron esfuerzos efímeros, tanto que sus nombres han sido olvidados.
Al día de hoy las iniciativas de Portillo y Costilla son muy diferentes a lo que fueron en un principio, cambiaron tanto como cambiaron sus intereses y sus historias de vida, pero han surgido otros nombres, otros jóvenes con otras inquietudes: Jesús Paul Ibarra Collazo, Jorge Mares, Ricardo Velazco, entre otros que crean "Red Diversificadores Sociales", Lazos de VHIda", "APLCS", "Apoyo a familias diversas", entre otras asociaciones civiles que intentan integrar a la población homosexual en una "Comunidad"; comunidad que a la fecha no existe, como tampoco existió hace mas de cincuenta años.
¿Qué nos queda de la III Marcha por los derechos LGBTI? Algunos grandes logros y algunas grandes carencias que habría que tomar en cuenta:
Son cada vez mas los homosexuales decididos a salir a la calle para hacerse visibles y exigir los derechos que les corresponden.
Son cada vez mas los homosexuales y amigos y familiares de homosexuales decididos a organizarse en favor de un causa en particular, apoyar a familias en donde hay un homosexual, apoyar e informar a muchachos que recién se descubren como homosexuales; luchar contra la transfobia, apoyar a familias en las que hay un menor infectado de VIH y promover las pruebas rápidas para una detección oportuna de infección por VIH, sólo por mencionar algunas.
Los jóvenes se descubren capaces de manifestarse de manera lúdica y alegre, la imaginación es el límite y se dan permiso de encarnar, publicamente, una fantasía gay, lésbica, travesti o transexual.
Falta claridad, precisión y consenso en la forma y modo de plantear necesidades en asuntos de derechos civiles, derechos a la salud, seguridad, etc.
Todavía es necesario trabajar mucho en el compromiso, la formalidad, los delirios de protagonismo y vedetismo.
Falta mucho para considerar el tiempo necesario para sensibilizar a filántropos, instituciones, comercios y antros a fin de que un día apoyen un evento de un sector de la población que durante todo el año crea fuentes de ingresos para muchas familias.
Falta un líder respetable que, sin voracidad protagónica, que con absoluta honestidad de voz a las necesidades de la población homosexual.
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